¿Somos una sociedad deportista?

Debido a los constantes fracasos deportivos de las delegaciones peruanas en cuanta competencia internacional se presente, se me hacia dudosa la capacidad de los peruanos para la competencia deportiva a nivel profesional. Salvando pocas excepciones, nuestro país pocas veces ha figurado deportivamente hablando a nivel sudamericano y menos a nivel mundial. Esta verdad justifica mi sospecha, porque si no destacamos en la práctica deportiva es porque algo anda mal. Entonces ¿Qué está pasando? Ensayamos dos respuestas: una puede ser que un impedimento físico o mental nos limita frente a nuestros ocasionales contrincantes, otra puede ser que el deporte peruano se encuentre abandonado a su suerte por las autoridades correspondientes y esto se traduce en las pobres campañas de nuestros sacrificados deportistas.
El análisis de la participación de la delegación peruana en el torneo Odesur 2010, desarrollado en la ciudad de Medellín, nos ayudará a escoger una de las respuestas propuestas. Para empezar, en la historia de todas las participaciones peruana en estos juegos, la de Medellín ha sido la delegación más numerosa, representaron al Perú 237 atletas divididos en 25 deportes, ellos consiguieron 19 medallas de oro, destacando por la mayor cantidad de preseas conseguidas deportes como el badmigton, que ganó cinco; el atletismo, consiguió 4; el judo, que trajo dos. Como ya se ha hecho una costumbre es en los deportes individuales en los cuales los peruanos destacamos. ¿Esta tendencia se deberá a lo fragmentada que es nuestra sociedad? Puede ser que sí, pero ese es otro tema.
Todo lo escrito anteriormente nos indica que somos los mejores en 19 diferentes pruebas, en el cuadro de medallas figuramos en la sexta ubicación de un total de quince delegaciones, esta presentación no está mal pero se debe mejorar. Otro indicador de esta campaña es que los peruanos si estamos capacitados para practicar deportes, enfrentar a cualquier rival y si, también podemos ganar.
Si con el mínimo apoyo de las instituciones públicas y privadas se ha avanzado en comparación con la participación peruana en los juegos Odesur desarrollados en Buenos Aires el 2006, lo normal sería que con políticas deportivas coherentes y de largo plazo los triunfos se lograrían más a menudo. Que estos juegos sean la base para el resurgimiento del deporte peruano, ya no podemos retroceder. Finalmente y a manera de conclusión, el análisis de la participación peruana en los juegos sudamericanos 2010 nos indica también que el fracaso histórico de las delegaciones peruanas en competencias internacionales se debe, en la mayoría de los casos, al escaso apoyo de las autoridades políticas y deportivas hacia el deporte.